September 2011 Archives

Explotadores y explotados. ¡ Basta ya!

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Estamos en una sociedad en la que, entre otras, nos podemos encontrar dos clases muy diferenciadas: los explotadores y los explotados. Tanto en una como en otra clase existen múltiples subclases. Si buscamos en el diccionario podemos encontrar la diversidad de significados que tiene la palabra explotador así como la de explotado. De todas las definiciones posibles para explotador nos interesan las dos siguientes:

"Utilizar a una persona, o sus sentimientos o cualidades, en beneficio propio y de forma abusiva."

"Hacer trabajar a una persona en exceso para provecho propio"

 

Desde el punto de vista de la legalidad en las dos definiciones nos encontramos  ante un claro atentado contra los derechos fundamentales del ser humano y es por ello que ese abuso y atropello debe ser condenado. Hasta aquí todo claro pero y si se trata de la clase política y los banqueros los que han cometido esos atropellos y abusos. ¿Qué consecuencias debe tener el ponerlas en práctica? La respuesta es clara. Los culpables son los que deben asumir su culpabilidad y su deshumanizada explotación del prójimo. Este artículo sólo pretende que se dejen de poner en práctica una serie de medidas injustas que hacen que una gran parte de la sociedad se transforme en explotados, sin nada que les asista en su desamparo.

 

Se escucha, en boca de muchos políticos que no debieran serlo, que los funcionarios, en general, o los docentes en particular, por los hechos que están aconteciendo en estos momentos en parte de España o en Grecia, por poner unos ejemplos, deben asumir la rebaja de salarios o la condena a perder su puesto de trabajo. Ya hace meses los docentes españoles, y otros colectivos, vieron como sus nóminas sufrían un recorte. Se escuchaba, en boca de los políticos mencionados, que los docentes ganaban más que otros colectivos sociales. Vemos como miles de funcionarios griegos se ven en la calle, de repente y sin haber hecho nada para que esta insostenible situación se diera. No se contempla si han sido, o no, responsables en el desempeño de sus trabajos. Simplemente se trata de recortar, siempre en el lado de los más débiles, pero los culpables de la situación, de forma injusta, son los que tienen en sus manos las insensibles tijeras.

 

Todos saben el recorte que se hizo, hace ya muchos meses, de los salarios de los docentes, pongo este ejemplo por formar parte de ese colectivo. Si los altos dividendos que recibe la clase política se vieran recortados en un 25% o un 30% real. ¿Cuánto supondría para el Tesoro Público? Viendo algunos de los sueldos, la parte que ha salido a la luz, y aplicando ese porcentaje a la clase política, la situación económica, al menos algo, mejoraría y sería algo lógico porque, en gran medida, fueron ellos, con sus malas gestiones, los causantes de los graves problemas que están atravesando los municipios y el Estado. Aquí se comenzaría con una medida algo más justa con la ciudadanía porque es con su dinero, por tener la condición de público, con el que se ha jugado y el que se ha despilfarrado. Si sumamos las cantidades que perciben entidades privadas, organismos o instituciones como la Iglesia seguiríamos con el ahorro y se completaría con impuestos especiales sobre los que más ganen porque son ello los que se han beneficiado y se siguen beneficiando con las necesidades del prójimo, consiguiendo, en tiempos de crisis, auténticas gangas que hacen que sus fortunas se hagan más y más grandes. Los ejemplos los tenemos cerca, muy cerca, y vemos como gente de nuestro entorno se compran propiedades mientras otros, la inmensa mayoría, sufrimos para poder llega a fin de mes. ¿Cómo un  empresario que gana millones de euros anuales, en su declaración de la renta, pague menos que un asalariado? ¿Cómo se puede perseguir esta clase de fraudes?

 

¿Qué me dicen de la todopoderosa banca? Escuchamos y leemos los muchos hogares que hay que entregar, a los bancos, por no poder afrontar el pago de las hipotecas que se dieron con el consentimiento de profesionales que no cayeron, o en realidad eran conscientes, en la cuenta de que estaban cometiendo un delito porque estaban explotando y utilizando los sentimientos de los ciudadanos en su propio beneficio y en el de los bancos. Yo creo que ya es hora de que todos, al unísono, digamos NO a las prebendas de la banca y de los banqueros y no podemos consentir que sigan explotando a las maltrechas economías de la inmensa mayoría de los afectados.

 

Si una familia, o persona en particular, hasta el momento de la crisis había pagado, mes por mes, la hipoteca, y se pueda demostrar, deben ser los bancos los que posibiliten a los parados o a los que han visto disminuir, en exceso, sus nóminas y no puedan afrontar el pago a las entidades bancarias, los que concedan un tiempo indefinido, ajustado a cada circunstancia, o en muchos casos hasta la, no deseada, defunción de los que firmaron esas hipotecas los que afronten sus propios errores. Debe ser la banca la que asuma sus errores porque es delictivo el hecho de un préstamo sin tener el asesoramiento de un profesional en economía y no advertir la posibilidad de lo que luego sucedió. Se han concedido cantidades desorbitadas, aplicándose un interés abusivo e injusto que hace que los sentimientos de los seres humanos no se hayan tenido en cuenta y como consecuencia nos encontramos con unos dramas que condenan a la pobreza y a la desesperanza a multitud de los explotados. No se puede condenar a la calle y a la mendicidad, en multitud de casos, a aquellas familias y seres humanos que hasta el momento en que el monstruo de las carencias ha hecho su aparición fueron buenos pagadores y esa medida debe ser defendida por todas y por todos los hombres y mujeres porque es de justicia. No podemos seguir siendo víctimas, de por vida, de nuestros verdugos y de los explotadores que sólo pensaron en su propio beneficio. ¡Qué sean ellos los que paguen sus propios errores!

 

 

Sobre la memoria y el recuerdo.

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Nos damos cuenta, con demasiada frecuencia, que el ser humano parece que no tiene memoria histórica. Caemos en ello al ver como los que nos quieren gobernar nos dicen y nos cuentan, nos prometen y nos engañan, una vez más, y nos olvidamos que ayer, o quizá anteayer, nos dijeron lo mismo y no lo cumplieron y se ganan los votos necesarios con su vacío e interesado palabrerío y sus engaños pinochescos, presentándosenos como falsos magos de oz para que sus ya grandes bolsillos se sigan llenando con el dinero de todos. Bueno, no quería hablar de esta parte enferma de la memoria y sí de la verdadera memoria y el indispensable recuerdo.

Recordar y hacer memoria del pasado es algo que nos posibilita tener identidad y sin ella el ser humano sería incapaz de comparar, de mejorar, de modificar o de reflexionar. Es un patrimonio, inevitable y necesario, para seguir mejorando o para no volver a repetir males del pasado. Es por ello que estamos hablando de una característica del ser humano que le posibilita  poder disfrutar de sueños, de vivencias, de memoria y si se perdiera ese cordón umbilical con nuestro pasado sería una tragedia, un sentirse nadie, una especie de recipiente vacio e imposible de llenar que conduciría a pedir ayuda, a la desesperada, para encontrar las respuestas que se consideran una sanación y una necesidad de abrir las puertas que debieran encontrarse siempre abiertas. La pérdida de esa capacidad es algo que te aboca al desaliento, a la desesperación, a la amargura. Sin pasado es imposible tener referencias, es como si te sintieras en blanco, sería una pérdida de la identidad y sin ella eres maleable, voluble e impersonal. Una población sin memoria sería un colectivo enfermo, atacado por una gravísima enfermedad que les conduciría a la ignorancia, el desasosiego y a la asfixia.

A pesar de que lo dicho es compartido por todos los seres humanos, muchos de ellos siguen aferrados a expresar lo contrario cuando se trata de la memoria colectiva. Si hablamos de Memoria Histórica, parte de la sociedad afectada considera que no se debe destapar y sí olvidar pero no piensan que sin pasado, sin identidad, sin referencias, la otra parte de la sociedad se siente perdida y deseosa de encontrar respuestas y cuando esas no se dan conlleva a la imperiosa necesidad de recuperarla. Un ser humano desolado no se puede sentir feliz y si el antídoto es hacer memoria nadie ni nada debe impedirlo porque es, y debe ser, un derecho fundamental de cualquier humano que se precie de serlo.

Me da muchísima pena cuando escucho a muchos hombres y mujeres ofuscados en expresar rechazo hacia la Memoria Histórica y, sencillamente, su discurso es cobarde y egoísta y va en contra de su inteligencia. La única forma de que los seres humanos, que han sido obligados a olvidar, a cerrar sus bocas, a ser dóciles, a obedecer sin más, se sientan, de nuevo, con el tesoro del recuerdo y de la posibilidad de hablar y escribir del pasado estamos posibilitando que una grave enfermedad pueda tener una cura, un antídoto para sus múltiples y corrosivos males. Se les puede preguntar a muchas mujeres y hombres de Camboya, Ruanda o Guatemala, por poner algunos ejemplos, por situaciones de sus pasado. Todos coinciden en que no entienden cómo se les ha hecho tanto daño, cómo y por qué se les ha infringido tanto sufrimiento y amargura. Da igual que los hechos sucedieran hace unos meses o años, muchísimos años, es igual que las generaciones que sufrieron las vejaciones, el castigo físico o moral o aquellos que, con peor suerte, encontraron el fin de sus días, sin pretenderlo. Lo importante es recuperar esa memoria, esos hechos ocultos por el vencedor o por el verdugo, es necesario saber y sólo de esta manera se podrán cerrar heridas que han estado abiertas durante muchísimo tiempo, pasando el dolor y el sufrimiento de unas generaciones a otras.

Los que se empeñan, y se obstinan, en que todos los que deseen recuperar espacios oscuros de su pasado están equivocados, pienso, son adoradores del analfabetismo. Una sociedad ignorante es aquella que no está preparada y preparación es estudio y estudio es memoria, recuerdo, reflexión y capacidad de decisión. Ahora entiendo las razones que esgrimen algunos de ir contra el derecho de recuperar la Memoria Histórica. Simplemente estamos ante la imposibilidad de debatir, con razonados argumentos, todo aquello que les ocasiona rechazo, duda, temor o mezquino interés. Es la puesta en práctica de la ignorancia y en muchas ocasiones, gobiernos, colectivos o determinados seres humanos, lo utilizan para encontrar seguridad, no generar debate y seguir ocupando sus posiciones de privilegio. La cultura de la ignorancia puesta al servicio del pueblo, sumiso y atemorizado, es aquella que intenta tapar la verdad, el recuerdo, la memoria, la opinión o el rechazo a base de las más viles estrategias.

La única cura o antídoto contra la necesidad de rememorar es, precisamente, el indagar e investigar para dar respuestas y las respuestas sólo las pueden dar los seres inteligentes, que no significa mentes privilegiadas, porque los otros callan, y se atrincheran, porque no son capaces de abordar la posibilidad de que otros seres humanos sean enarboladores de la verdad, de la justicia y del trato no diferenciado.

Somalia: Lo imposible es posible.

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Anoche, cuando me enteré, no salía de mi asombro y mis concepciones cambiaron, de forma inmediata. Críticas y formas de pensar en torno a la religión, en este caso de la cristiana de Roma, se fueron al cajón de los olvidos y mi aplauso y mi admiración fueron la seña de identidad de una serie de actos que llevé a cabo, fundamentalmente el pedir disculpas al contemplar lo equivocado que estaba en mis tesis religiosas. La actitud del Papa y de los obispos me llenaron  de emoción y me fui a la primera iglesia, cercana a mi casa, en la que me dediqué a hablar con el sacerdote de turno, que evidentemente no me conocía, le transmití mi reconocimiento y mi admiración por lo que había hecho el Papa y sus obispos. Aquella sesión, a los grandes museos de todo el mundo, de parte de las obras de arte del Vaticano, supuso terminar con los problemas de Somalia y el Cuerno de África, debido a que esa especie de arrendamiento o sesión temporal posibilitaron una serie de reformas y de llegada de infraestructuras, desde todos los lugares del Planeta, a la zona más pobre del continente africano. El dinero necesario surgió, a borbotones, desde las grandes fortunas y de los museos que se disputaron el poder disponer de obras de arte hasta ahora nunca vistas en sus salones. El público, imitando a los que en otras ocasiones son inimitables, hizo colas que se perdieron por las grandes manzanas y, como si se tratara de una gran serpiente, se movía, muy lentamente, desde la mañana a la noche pagando por ver, desde cerca, una obra de Miguel Ángel, de Rafael Sanzio o de Leonardo, por citar a los más demandados de los miles de artistas que se desplazaron, gozosos, desde sus lugares de residencia habitual.

Aquel gesto solidario y humanitario del Papa y la Iglesia hizo que muchos siguieran su ejemplo y el Presidente americano, haciendo honor a su Premio Nobel, ordenó no llevar a cabo un proyecto de dos aviones de caza y un barco que se desplazaría por el mundo, en auxilio de los que los que precisaran de ayuda humanitaria, que supuso un ahorro, de millones de dólares, con lo que se llevó a cabo una llegada masiva de alimentos y de pequeñas barcas para que los somalíes se aventuraran en el mar que bañaba la gran costa de Somalia y cambiaran sus habituales costumbres económicas. Listas de futbolistas y de cantantes se sumaron para no hacer que el resto de humanos les señalaran, esta vez, con saña y desprecio y no con la babosa reverencia que, a diario, perciben.

Francia, Inglaterra y, sobre todo, Italia, que antaño habían explotado la zona y de la que sacaron cuantiosos beneficios, se pusieron al servicio de la población afectada por el monstruo del hambre y, poco a poco, se retransmitieron, por todos los medios informativos, las imágenes de la llegada de alimentos y de todo lo necesario para que millones de seres humanos no sufrieran lo que están sufriendo. La gente, al contemplar tanta solidaridad, se sumaba con pequeñas cantidades de dinero que hicieron que los bancos abrieran sus puertas en horarios no habituales.

El despertador, ¡maldito artefacto!, terminó con la felicidad y con la satisfacción y con el compromiso y con el pensar que todos los seres humanos tienen eso que se denomina HUMANIDAD. A mis ojos asomaran unas lágrimas de rechazo y de indignación y una frustración y un no entender la forma en que este mundo, tan insolidario en muchos de los que lo pueblan, no fuera capaz de salvar vidas inocentes y que se volcara con los necesitados en vez de dedicarse a mirar a otro sitio y olvidarse que este estado es sólo pasajero y al final nada nos llevamos. Lo cierto es que lo imposible es posible y sólo hace falta dejarse llevar y contemplar, aunque en muchos aparezcan esas lágrimas no deseadas, la cruda realidad que deben afrontar millones de seres humanos que se sienten indefensos y se pliegan al poder de esa bestia, indeseable e insensible, que se llama INDIFERENCIA.

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