La birmana Aung San Suu Kyi fue Premio Nobel de la Paz en el año 1991 por defender en su país los derechos humanos y la democracia. El partido que lideraba fue ganador en las elecciones del año 1992 pero el golpe militar, de los que actualmente ostentan el poder, terminó con el preciado bien de la libertad y la democracia en Birmania. Esta admirable mujer, en estos días, está sufriendo las presiones de la dictadura del partido militar que gobierna en su país y las amenazas se multiplican para acallar las voces de los miles de birmanos que la siguen y que comparten con ella esos aires de paz y tolerancia que con tanta ansia defienden. ¿Qué podemos hacer ante tantos y tantos atropellos y en este caso para hacer presión sobre el régimen militar de Birmania? Entre otras, podemos unirnos a movimientos solidarios y a organizaciones, como por ejemplo Avaaz, que consiguen lograr a través de Internet que miles y miles de seres humanos, comprometidos, firmen manifiestos de reprobación y condena y también pedimentos para que la violencia y la sinrazón no sigan pisoteando y masacrando a millones de seres humanos en todo el mundo. Avaaz es un ejemplo a seguir y juntos, de la forma que creamos conveniente, hagamos oír nuestras voces en pro de la defensa de los derechos humanos, de la no violencia, de la libertad, de la verdadera democracia y de la solidaridad. Si muchos hombres y mujeres nos unimos al llamamiento de Aung San Suu Kyi, que surge con fuerza y con valentía, podremos poner nuestro granito de arena para que la situación política y de violencia de estado cese en ese maravilloso país que es Birmania.
Aung San Suu Kyi, arriesgando ese preciado bien de la vida y de la libertad, ha solicitado la puesta en marcha de los derechos humanos al despótico gobierno militar. Le pide que pongan en libertad a los más de dos mil presos que se encuentran en prisiones que son auténticos cantos a la desolación y al desprecio por los más elementales derechos del ser humano, muchos de ellos son monjes que de forma pacífica han luchado por un mundo mejor y más libre. Podemos leer en diferentes medios como muchos de esos encarcelados se encuentran, en condiciones lamentables, vejados y maltratados y violentados en celdas para perros. La respuesta de estos descerebrados, que ostentan un poder que no les pertenece, es la advertencia, o mejor dicho amenaza, para que terminen con esos pedimentos de libertad y de cambios. Puede ser inminente una represión brutal, una más de estos militares sin escrúpulos que dicen que lo suyo es una democracia, o la puesta en marcha de un diálogo que siempre está marcado por la prepotencia de los que gobiernan con el poder de las armas y la imposición del miedo como herramienta para seguir gobernando a sus anchas y en pro de su propio beneficio. Lo realmente cierto es que muchas vidas corren peligro y la única manera de echarles una mano es unirnos a la protesta que se hace desde todos los movimientos solidarios y comprometidos con el bien del prójimo y los amantes de que una sociedad mejor es posible.
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