Hace unos meses se trabajó con nuestro alumnado el tema de la pobreza extrema y nos ayudamos del excelente programa televisivo titulado 21 días, de la Cuatro, en el que su presentadora Adela Úcar nos situaba en La Chureca, en Nicaragua, en el monumental vertedero de basura de Managua. Creo que es interesante que esa experiencia la compartamos con todos los que se acerquen a este blog.
Emocionados, pudimos ver como allí, en el impresionante vertedero, entre la más absoluta miseria, viven cientos de familias que se mantienen de buscar en la basura su sustento. Es increíble cómo, a pesar de verlo una y otra vez, nos continuamos emocionando con esos seres humanos abocados a la inmundicia, a la difícil supervivencia, a la esperanza que es muy difícil de abrazar, a sufrir viendo cómo unos seres humanos se autodestruyen mientras otros intentan salir adelante.
Nos ha sorprendido como nuestro alumnado se ha implicado, se han mantenido expectantes e interesados, cómo han demandado ver la continuación y cómo se han emocionado, compartiendo tristezas y, en ocasiones, algunas lágrimas. Han comentado, muy sorprendidos, que a pesar de la pobreza y la situación en la que malviven no les falta la sonrisa y el humor. Se han dado cuenta de todo lo que tienen en sus casas y han valorado lo que tenemos porque algunos se han percatado de lo importante que es poder disfrutar de la comida y del aseo diario. Nos hemos concienciado del valor de un cubo de agua mientras en nuestro entorno se derrocha y nos olvidamos de cerrar el grifo.
Una alumna nos decía que después de ver ese programa ya no volverá a decirle a mamá que no quiere o que no le gusta algunos de los alimentos que se consumen en casa. Podrá o no hacerlo pero lo que no cabe duda es que le ha impresionado de forma positiva. Otros han visto que hay lugares en el mundo, como La Chureca, en que la vida no vale nada y la violencia está al orden del día mientras aquí estamos protegidos por las leyes y por los Cuerpos de Seguridad del Estado.
Ha impactado ver a muchos niños buscar en la basura el sustento y llevarse a la boca huesos de pollo como único alimento mientras nos regalaban una sonrisa. Hemos recalcado que no podemos hacer manifestaciones como la muy utilizada ¡Qué asco! Porque sin darnos cuenta estamos hiriendo la sensibilidad de los otros. Han aprendido a que cuándo alguien nos ofrece algo, en este caso un plato de comida, con amor no podemos rechazarlo de forma despectiva porque posiblemente nos esté dando lo mejor que puede darnos.
Hemos trabajado que el llorar o el emocionarnos es propio de los seres humanos, de todos sin excepción, y no debemos esconder nuestras emociones por el qué dirán o decir, la anacrónica e injusta frase, "los niños no lloran" como si las lágrimas fueran patrimonio de las niñas. Hemos crecido muchísimo estos días y la experiencia de poder compartir unas horas con los habitantes de La Chureca nos ha unido y nos ha posibilitado valorar mucho mejor lo que tenemos. Hemos sido capaces de manifestar, en público, el sentimiento de sentirnos humillados o forzados, de sentirnos hundidos o vejados por los otros y algunos de esos otros se han dado cuenta que el que ejerce la violencia es el débil y el que no debe ser nunca respaldado y sí aprender a posicionarnos en el lado del oprimido y del que siente que se le acosa. La violencia y el hambre se dan la mano y es por ello que no podemos hacerles sitio y sí unirnos para poder derrotarles.
La sensación de que este mundo que nos ha tocado vivir es injusto la hemos experimentado y nos ha valido para denunciar a los poderosos y a los políticos que son insensibles y que sólo piensan en llenarse su insolidario bolsillo. Si todos y todas pusiéramos de nuestra parte no tendríamos esos miles de millones de seres humanos que pasan hambre y sed y no tendríamos que sentirnos mal por ver ese MAL que asola a gran parte de la población del Planeta.
Queremos cambiar las lágrimas de tristeza por lágrimas de esperanza y de solidaridad y ello es posible si hacemos llegar nuestro mensaje a todos los corazones y que los de hielo y metal se conviertan en sensibles y solidarios.
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